LA YENKA

La primera vez

ADELANTE. Me bailo una Yenka jubilosa con todos los niños, adolescentes y adultos que ayer vieron por primera vez la nieve en las costas de Levante. Ver sus caras de asombro y entusiasmo resulta, como mínimo, conmovedor y contagioso. Espero que una vez de vuelta en los colegios, sus profesores les expliquen que esa nieve y el consiguiente frío que tanto les ha gustado, es también el gran enemigo de los millones de pobres que habitan España.

Estándar
FILOSOFÍA IMPURA

La nueva esclavitud

En esta antigua y paradójicamente moderna Europa, creíamos absolutamente erradicada la esclavitud. Pero con el neoliberalismo, la esclavitud ha vuelto. Con una cara menos agresiva, quizá, pero ha vuelto. Y de qué manera.

Ha vuelto en forma de una desigualdad creciente y que no parece tener fin. Está aquí de nuevo con millones de europeos pobres, que tengan o no un puesto de trabajo, se ven obligados a malvivir y sin un horizonte esperanzador a la vista.

Sin ir más lejos, nosotros, los mismos españoles que en su día pretendimos boicotear a las marcas que producían en países tan paupérrimos y carentes de derechos laborales como Bangladesh, somos testigos -cuando no sufridores- de esta nueva esclavitud sustentada en la precariedad, en el aprovechamiento empresarial del exceso de parados, en unas nuevas leyes que dan cada vez más la espalda al ciudadano y en unos gobernantes exclusivamente interesados en el capital, sea cual sea el destino de los gobernados.

Y como muestra, precisamente estos días, en medio de un fuerte temporal climatológico, con temperaturas generalizadas bajo cero, sube descaradamente el precio de la electricidad, condenando aún más a las muchas personas -demasiadas- con bajos ingresos o que sufren pobreza energética, a pasar frío, enfermar e incluso morir. Y con el agravante de que el gobierno no interviene porque ya preparó las normas para beneficiar a las empresas energéticas.

Los españoles debemos ser plenamente conscientes de que la situación actual de nuestro país -esa nación que crece económicamente «más que nadie»- es peor que la muchos sufrimos antes de la transición democrática. Y para reconocerlo, no vale mirar hacia otro lado ni decir aquella terrible frase, por insolidaria, de «El que venga detrás, que arree».

En filosofía, tan impura como de costumbre, no hace falta rascar mucho para tener claro que mientras la democracia es incompatible con la esclavitud, el capitalismo no lo es, por lo que la esclavitud suele reaparecer en la misma proporción que avanzan las formas autoritarias de gobierno.

No olvidemos que en España, este país que tanto duele, casi el 30% de los ciudadanos se encuentra en riesgo de exclusión -según datos oficiales del INE-, mientras ya hace dos años que salimos oficialmente de la recesión económica. Se ha pues evidente que algo estamos haciendo mal. Por ejemplo, permitiendo que aparezcan de nuevo millones de esclavos.

Estándar
LA YENKA

Pobreza de voluntad

DERECHA. La deshonrosa tardanza prevista por el gobierno central -apoyado por partidos de la oposición- en dictar el famoso decreto contra la pobreza energética que verá la luz en primavera, no me impide bailar una Yenka con todos esos políticos que están demostrando una absoluta pobreza intelectual y de voluntad social. Y bailaré para decirles a la cara que son unos absolutos sinvergüenzas, que ni tienen agallas ni se merecen el sueldo que ganan. Caiga pues sobre sus conciencias este nuevo agravio a los que menos tienen.

Estándar
LO QUE HAY

¿Año de bienes?

Por nieve no será, que cae abundante y muy repartida. Pero ¿será este año de nieves un año de bienes? Los hechos mundiales y nacionales que se avecinan desdicen al refranero español.

Ayer mismo, en la reunión de presidentes autonómicos con la cúpula del gobierno central -de la que se ausentaron los presidentes de dos de las tres potencias económicas españolas-, se acordó estudiar un nuevo reparto de la financiación regional que resulte más equitativa pero, eso sí, bajo la advertencia de Montoro de que hay 20.000 millones menos para repartir. Como se decía antes, no va a haber mierda para todos.

Y qué decir de la probable guerra comercial que va a causar el cúmulo de decisiones nacionalistas que va a tomar Donald Trump, ya comenzadas con las amenazas realizadas contra Ford, General Motors o Toyota, entre otras grandes compañías, a base de empobrecer al ahora declarado vecino maldito, México. Al igual que las advertencias comerciales a China, que ya están teniendo contestación en la periódica reunión mundial de Davos, en la que el presidente del gigante asiático pretende erigirse ahora como líder de la globalización.

O el amenazante discurso de la primera ministra británica, Theresa May, que tiene el valor de amenazar a la Unión Europea si esta pone sobre la mesa todos los procedimientos y consecuencias de salida de un socio, previstas en el tratado fundamental que sostiene la Unión. Una amenaza británica que se sustenta, como sabemos en la xenofobia más recalcitrante.

Todo esto, que no es poco para fastidiarnos a todos el año, se podrá agravar en función del poder que alcance la ultraderecha en las elecciones generales que se avecinan en algunos de los países más importantes de Europa. Ultraderecha que va paulatinamente campando a sus anchas a lo largo y ancho del continente.

Si volvemos al frío y a las nieves, se hace imposible olvidar tanto a los españoles que sufren pobreza energética sin que el gobierno ni los partidos políticos tomen medias urgentes, como a los abandonados inmigrantes, que refugiados en algunas de las zonas más frías de Europa -como Los Balcanes-, se encuentran en condiciones inhumanas que solo parecen atenderse con algún reparto de leña para que se calienten haciendo hogueras.

Así que, efectivamente, parece que nuestro viejo refranero no se va a cumplir en 2017. Y si el refranero cae ¿adónde iremos a parar?

Estándar
LA YENKA

Patxi se presenta

IZQUIERDA. Me bailo hoy, complacido, una Yenka con Patxi López, el ya candidato a la Secretaría General del PSOE. Un aspirante que cuenta con gran simpatía de muchos socialistas y que intentará evitar que Susana Díaz acabe por derechizar el partido si resulta finalmente elegida. Las esencias y valores socialdemócratas de Patxi no necesitan ser demostrados, con una visión auténtica de izquierda. Valiente el vasco. Que tenga suerte.

Estándar
LO QUE HAY

Hoy toca paliza, cari

De buena mañana, Irina Poliakova se encontró una nota de su marido Sergey, pegada con un imán en la puerta de la nevera. La misiva decía así:

«Esta noche llegaré tarde, porque he quedado con los amigos a tomar unas copas. Ya sabes cómo me pongo cuando bebo, así que prepárate que hoy toca paliza, cari. Te voy a pegar la tunda de palos anual. Te quiere, Sergey».

Irina ni se inmutó. Sabía perfectamente que cualquier día de ese año le iba a tocar sufrir las iras de su esposo. Así que, ni corta ni perezosa, se planteó dedicar todo el día a ponerse lo más bella posible. La ocasión no era para menos.

Empezó con un prolongado baño en en el spa más próximo, al que siguió una sesión de belleza que incluía mascarilla facial, depilación integral, manicura, pedicura, tinte y maquillaje. Más tarde se compró el traje más hermoso y provocativo que pudo encontrar. «Hoy me pega, por fin. Ya creía que había dejado de quererme».

Y efectivamente, ya avanzada la noche, llegó Sergey. Ebrio y apestando a alcohol barato. No podía permitirse otra cosa si quería ahorrar para pagar la multa del equivalente a 500 euros que tendría que pagar por pegar a su mujer. Pero su esfuerzo habría valido la pena. Le esperaba la menor noche del año.

Irina le recibió más cariñosa que de costumbre. El ambientador a toda mecha, velas por todas partes y pétalos de rosa por el suelo, indicaban que estaba preparada para una velada extraordinaria. Todo estaba preparado para proporcionar a su marido una noche inolvidable.

Sergey se aprestó a intentar violar a su mujer, por más que esta intentara ayudarle mientras fingía negarse. Pero resultó en vano. Tanto alcohol había ingerido su hombre que apenas conseguía mantener una mínima erección, lo que le hizo entrar en cólera como de costumbre.

Una chispa se reflejó en las pupilas de Irina. «Ya está, ya viene la paliza. Ánimo Irina, es solo una vez al año», pensó la mujer, mientras entre solícita y atemorizada se dispuso a recibir los empellones y puñetazos de Sergey, que le llovieron por todas partes mientras el marido la golpeaba tambaleante por su enorme borrachera.

Al final, una vez agotado Sergey y llena de tumefacciones Irina, acabó la paliza anual, la que la nueva ley rusa permitía tras despenalizar la violencia de género, siempre que no se produjera más de una agresión al año.

Cayó exhausto Sergey sobre la cama e Irina, con una expresión de amor infinito, le atusó el pelo, mientras se retiraba la sangre que manaba de una de sus cejas e intentaba sujetar su desgarrado vestido.

Finalmente, Sergey acabó totalmente dormido, entre bufidos y miradas extraviadas. Entonces Irina, con una frialdad absoluta, cogió un cuchillo de cocina y lo degolló allí mismo.

Estándar
LA YENKA

Tripartitos varios

IZQUIERDA. Me voy a bailar hoy una Yenka aglomerada, a ver si a base de empujones consigo que los gobiernos mixtos de izquierda y otras mezclas se pongan a trabajar eficientemente de una vez. Dentro de poco se cumplirán dos años desde que este tipo de coaliciones o pactos gobiernan en autonomías y ayuntamientos de grandes y pequeñas ciudades, sin que su actuación haya calado en la sociedad. Ya es hora ¿no?

Estándar
FILOSOFÍA IMPURA

A vueltas con la confianza

Alguien me dijo una vez que la confianza es como el crédito ante otro. Al principio podemos conseguirlo y, paulatinamente, nos encargamos de perderlo a base de errores o de malas pasadas a quien nos lo otorgó, situación que resulta muy difícil remontar. Aunque a veces ni siquiera otorgamos confianza desde el principio. Por ejemplo: ¿quién puede confiar en Donald Trump?

Si extrapolamos la confianza a la masa social, la cosa se torna mucho más compleja, pues de esa credulidad general dependen asuntos tan importantes como la política, la economía, las inversiones o, lo que es más importante, el estado de ánimo de los ciudadanos.

Hoy, con excepción de en nuestros entornos más próximos -y a veces ni eso- apenas si confiamos en aquellos de cuyo poder depende nuestra calidad de vida o nuestro dinero.

Y es que grandes empresas, entidades financieras, partidos políticos, gobiernos y muchas otras organizaciones están consiguiendo, a través de sus pésimas actuaciones y malas prácticas, que nuestra confianza se haya ido a freír espárragos.

El problema es que tras la falta de confianza se esconde el miedo y, más atrás aún, la parálisis social, la falta de proactividad.

Cuando esto ocurre, la ciudadanía se vuelve loca en gran medida, deja de creer en lo que hasta un momento determinado consideraba adecuado, convierte en hechos judiciales lo que deberían ser simples negociaciones, pide -¡menudo peligro!- mano dura, lleva los celos hasta la violencia de género o acaba odiando al diferente.

En este ambiente de desconfianza generalizada se debate como puede la sociedad actual, generando así un estado de ánimo con grave riesgo de acabar mal.

Y así, leyendo algunas páginas sobre la filosofía de la confianza, tan impura como cualquier otra, encuentro que unos de los factores que sustenta la confianza es nuestra nivel de oxitocina, que sintetizada por el cerebro en la dosis adecuada es capaz de generar un estado de ánimo positivo y más abierto a nuestra credibilidad sobre los demás.

No estaría mal, pues, que se incluyera esta droga en el agua corriente, a ver si de esta manera, colocados de euforia, somos capaces de superar la justificada depresión social en la que nos encontramos. Algo así vino a escribir Aldous Huxley en su famosa y clarividente novela «Un mundo feliz». Métete una dosis de soma y alégrate el día.

Estándar
LA YENKA

El globo de Montserrat

DERECHA. Este vicio mío de bailar la Yenka con cualquiera, me lleva hoy a danzar descontroladamente con la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat. Sus globos sonda y sus sí pero no sobre la posibilidad de incrementar el copago de los medicamentos por los jubilados de mayor renta, deja una vez más en evidencia el descontrol político de cualquier gobierno que esté presidido por Rajoy. El incremento del copago se hará realidad antes o después. Y la subida de precio de los medicamentos también. Y si no, al tiempo.

Estándar
LO QUE HAY

Refugiados bajo cero

No. No basta con ver por la televisión a los miles de refugiados atenazados por la actual ola de frío que recorre Europa. Ni saber que están a 15 o 20º bajo cero. Ni verlos sin dormir por temor a morir congelados, mientras se arremolinan alrededor de cualquier improvisada hoguera. Hay que denunciarlo masivamente, con toda la fuerza de que seamos capaces.

A la vista de los reportajes sobre esta catástrofe humanitaria, se acrecienta la indignación al mismo ritmo que se va acumulando, más y más, la capa de nieve sobre las precarias tiendas de campaña. Se hace muy duro sentirse cómplice de que niños, mujeres y ancianos, permanezcan en el interior de esas trampas heladas, en las que el barro hace aún más insoportable lo que el viento siberiano y la nieve ya destroza a estos desgraciados por fuera y por dentro.

Sorprendentemente no se publican cifras de muertos por congelación, por enfermedades pulmonares o de otra índole. Únicamente llegan noticias genéricas sobre fallecidos por hipotermia. Pero antes o después se conocerán y caerán sobre nuestras conciencias, por muy endurecidas que estas se encuentren ante la costumbre de observar desde la barrera tanta desgracia.

Y son muchos y variados los principales responsables. Como una Unión Europea que se sigue llamando andana en el reparto de la acogida de refugiados que dictó en su día, y que dominada por una Alemania con elecciones generales a la vista, prefiere obtener el beneficio partidista a salvar la vida de tantos seres humanos que han venido huyendo de la muerte, para probablemente encontrarla aquí.

Francia y Holanda, que al igual que Alemania se enfrentan este año a decisivas convocatorias electorales, también le hacen el juego a la ultraderecha de sus respectivos países, con tal de no perder votos populares de los ciudadanos insolidarios.

Mientras tanto, gobiernos como los de Grecia, Serbia o Bulgaria, atenazan a los refugiados en pésimas condiciones de vida -nunca fue tan duro utilizar un eufemismo-, presos en campamentos inmundos y helados en los que solo las ONG pueden hacer algo por ayudarles a mantener la supervivencia.

Estas pésimas noticias, que solo desvelan en parte los sufrimientos que se abaten sobre los refugiados presentes en Europa, revelan con toda su dureza la inacción de los partidos conservadores y socialdemócratas, que un día significaron la esperanza de gran parte de Occidente. Pero que hoy, perdidas sus esencias y hundidos en el más criminal neoliberalismo, deben ser acusados de complicidad con esta lacra de lesa humanidad que están generando.

Toda una cantidad ingente de políticos, que están perdiendo fuelle frente a los partidos y otras organizaciones que están reviviendo el nazismo, se encuentran asustados porque la serpiente está rompiendo otra vez el huevo del que nunca debió salir. Y ahora intentan defenderse comportándose con un conservadurismo desmedido que pueda sustituir a esa ultraderecha que les amenaza tan directamente. Cuando en realidad la han provocado ellos mismos con su autocomplacencia y con una nefasta relajación de sus ideologías originales.

A este paso, estar bajo cero como esos refugiados en riesgo de muerte se convertirá en un hecho generalizado en una Europa desigual, con una creciente cantidad de pobres abandonados a su suerte. Y nosotros, los espectadores que, como mucho, soltamos alguna lágrima ante tanta desgracia humanitaria, nos arrepentiremos de no haber evolucionado como seres humanos justos y valientes. Los pies que no paremos ahora, serán las botas que nos aplastarán mañana.

Estándar