LA YENKA

Desmadre de lo más ultra

DERECHA. Anda tan follonera la derecha española que no sé si hoy me atreveré a bailar una Yenka entre ellos, no sea que se escape algún codazo y me rompa la espinilla, de lo arrastrados que van. Esos mismos ultraconservadores que se empeñan en decir que defienden a la media Cataluña no independentista mientras echan más leña al fuego, se olvidan simultáneamente de esa media España que sigue hundida en la miseria. Que se lean la Constitución. Igual se dan cuenta de que los golpistas son ellos.

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Mi lado femenino

Carmen, en la distancia

Siempre resulta doloroso ponerse a escribir cuando alguien apreciado se ha ido para siempre. Y hoy resulta especialmente duro tras el fallecimiento de Carmen Alborch.

No puedo decir que fuéramos amigos, porque sería faltar a la verdad. Pero en mi imaginario sí cabe una extraña relación mantenida durante décadas, siempre en la distancia, casi siempre en la noche.

Puedo asegurar, a poco que acierte al observar a las personas, que algo teníamos en común. Probablemente, mucho más de lo que comparten los «conocidos de vista».

Durante décadas coincidimos muy frecuentemente en los bares de moda, en eventos o fiestas. Tantas veces que he llegado a pensar que Carmen, su pelo de un rojo imposible y yo formábamos parte del paisaje, de una escena en la que dos elementos cotidianos nunca llegan a formar un conjunto, a modo de bodegón inanimado.

Nuestras amistades comunes, mujeres y hombres, políticos, profesores, artistas, diseñadores, empresarios, buscavidas, gente guapa o simplemente alegre, eran incontables. Pero nunca cruzamos una palabra que fuera más allá del saludo o la simple cortesía.

Y es que me atrevo a decir que tras el conocido carácter abierto y comunicativo de Carmen, se escondía esa soledad bien llevada que le permitía estar en un lugar repleto de gente con ganas de marcha, totalmente aislada y encerrada en sus pensamientos. Una particularidad que comparto y que me ha permitido sobrevivir en medio de la vorágine que mi ya viejuna historia de rockero, mi antigua profesión de publicitario o mi pertenencia a entidades que gestionaron tendencias de la moda, amenazaba mi intimidad.

Y tanta llegó a ser la distancia con Carmen, en esas noches compartidas sólo en el tiempo y en el espacio, que llegué a pasar unos días con mi mujer y otros amigos en un apartamento de Denia que ella frecuentaba, sin llegar a verla un sólo momento.

Una extraña relación, coincidente durante más de cuarenta años, que ayer se rompió para siempre. Una presencia distante, que en su desaparición me ha producido un profundo dolor, porque una de las referencias del escenario de mi propia vida está viajando para siempre hacia las estrellas.

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LA YENKA

PSOE y Podemos de acuerdo

IZQUIERDA. Bailo hoy una Yenka con los Reyes Magos de Oriente, con la esperanza de que la firma del acuerdo sobe los Presupuestos Generales del Estado firmado por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sirva para algo y llegue a buen fin. No va a resultar fácil, pero nuestro país se merece ir avanzando, aunque sea paso a paso, para que todos participemos de los beneficios sociales y veamos mejoradas nuestras prestaciones. Adelante pues.

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LO QUE HAY

Robo de niños: lesa humanidad

Nada más conocerse este pasado lunes la esperpéntica sentencia al Dr. Vela por el robo de una niña, me vino a la cabeza que más que un hecho aislado nos encontramos ante un delito de lesa humanidad.

Así lo consulté de inmediato con juristas amigos, que coincidieron conmigo, al igual que observaban la dificultad de establecer una querella de semejante calibre.

Más tarde, este martes publicó Infolibre un completo y documentado dossier con varios artículos sobre el tema, con los que no sólo estoy completamente de acuerdo, sino que me han inspirado para la redacción de este post.

Es comprensible que la querellante Inés Madrigal acudiera a los tribunales para encontrar justicia a su personal caso. Aunque, al mismo tiempo, no comprendo como el robo de niños acaecido desde la posguerra civil hasta bien entrada la democracia, no se haya convertido en una demanda colectiva amparada en el derecho internacional, que sí considera los casos de este calibre como lesa humanidad.

Los crímenes de lesa humanidad tienen varias características que sustentan el que hoy escriba sobre este asunto: han de ser sistemáticos y nunca, nunca, prescriben.

Pero esto es España y aquí se tapan unos a otros, la justicia puede ser pacata y muy pocos se atreven todavía a luchar contra los crímenes del franquismo, Iglesia incluida.

¿Cómo se puede mirar hacia otro lado cuando se estima que el robo sistemático de niños pudo alcanzar la cifra de 300.000 afectados? ¿Quién se arrogó la dudosa moral de decidir qué mujer, qué familia, merecía o no hacerse cargo del hijo engendrado? ¿Qué clase de Estado permitió que el robo de niños se convirtiera, además, en un negocio? ¿Cuántas familias adoptantes sabían que estaban cometiendo un delito? ¿Por qué la Iglesia participó en semejante aberración?

En mi desconocimiento de los intríngulis del Derecho, apenas me atrevo a ir más allá de estas preguntas, ni tampoco me corresponde. Pero quiero dejar bien clara mi más enérgica protesta porque ningún gobierno -Fiscales Generales incluidos- haya tenido los redaños para acometer una causa similar a la que en otros países europeos y sudamericanos ya se han resuelto hace años.

Será por miedo, por pereza, por un respeto inmerecido a los pactos de la Transición, no lo sé. Pero la inacción ante este drama me parece impresentable.

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