ADELANTE. Me bailo encantado una cinematográfica Yenka con Carla Simón, Valérie Delpierre y María Zamora, directora y productoras respectivamente, que anoche arrasaron en los Premios Feroz con su película «Verano 1993». Da mucho gozo que, con la que está cayendo en el mundo del cine, estas mujeres hayan sacado adelante con poco dinero y mucho esfuerzo uno de los films del año. Cada vez más iguales.
Archivos Mensuales: enero 2018
Treinta y tantos
Traigo a colación el título de una antigua serie de TV, que describía a la perfección el estilo de vida de los urbanitas de mediana edad, siempre jóvenes en su intención y con unas elevadas dosis de pragmatismo. Y es que esos, los de treinta y tantos, son los que deciden los resultados electorales en países suficientemente desarrollados como España.
Estos urbanitas suelen tener estudios superiores, puestos de trabajo suficientemente bien remunerados y ejercen profesiones -en muchos casos de las llamadas liberales- que permiten relaciones humanas con sus similares, por lo que el bloque acaba por tener cada vez más aspectos en común, resultando más homogéneo.
Una manera práctica para reconocerlos podría consistir en percatarnos de los perfiles de los y las modelos de las campañas publicitarias de El Corte Inglés, gente guapa, desenfadada, que se cuida, que viste de manera moderna y que gasta buena parte de sus ingresos en consumo, viajes y otros autopremios. Observémoslos en contraposición a los modelos de Lidl, esos que buscaron hace poco unas navidades imperfectas y de bajo coste.
Un exdirector nacional de la planta jóven de El Corte Inglés, los llamaba «añeros», afirmando además que conformaban el auténtico núcleo de los clientes de ese estilo de vestir.
En definitiva, me estoy refiriendo a aproximadamente un millón de urbanitas, relativamente modernos, con elevada formación y escasa ideología, pragmáticos, con preferencia por lo privado tanto en previsión como en salud y enseñanza para sus hijos, centristas -¿qué es ser centrista?- y con una elevada tendencia a cambiar de opción política a la que votar en función de sus propios intereses.
Un millón de personas que deciden, en gran medida, la trayectoria política del país, decantando desde su minoría el gobierno que ha de gestionar las necesidades de la mayoría.
No debe extrañarnos, pues, que durante las últimas décadas -las del bipartidismo- este especial grupo de personas haya sido objeto de todo tipo de halagos y arrumacos, tanto desde el PP como del PSOE, con tal de atraer sus votos.
Pero en los últimos años todo ha cambiado, tanto por la cruda crisis económica y política que aún estamos viviendo, como por la desaparición del bipartidismo, convertido ahora mayoritariamente en las cuatro grandes opciones PP, PSOE, UP y Ciudadanos.
Como también ha cambiado la suerte de millones de españoles, que partiendo de un trabajo de escasa cualificación y salarios decentes, han pasado a un estado de miseria y de riesgo de exclusión social, como consecuencia del ejercicio de desigualdad promovido por el gobierno del PP con su durísima devaluación salarial.
En cambio, los urbanitas a los que me refiero han sufrido mucho menos la crisis y han reflotado con gran rapidez, volviendo a convertirse en ese paradigma social que siempre representaron.
Y ahora, cuando ya estamos prácticamente en precampaña electoral ante las municipales y autonómicas del próximo año, no está de más que comparemos el perfil de estos «añeros» con la definición política de los cuatros grandes partidos, en busca de una afinidad que nos permita aventurar hacia donde se van a decantar sus votos.
Con ellos, el PP tiene cada vez menos que rascar, tanto por su exceso de corrupción como por la casposa opción estética de sus políticas y de sus representantes.
El PSOE, profundamente dividido, navegando a la deriva y últimamente desaparecido de la palestra, tampoco tiene mucho que ofrecer a estos profesionales de treinta y tantos, por mucho que Pedro Sánchez sea uno de ellos. De hecho, en la directiva de Zapatero había mucha más afinidad con los ciudadanos que hoy me ocupan que en la actualidad.
En cuanto a Unidos Podemos, poco tienen que conseguir en este segmento sociológico, que ni perteneció al 15M ni está por la labor del deformado radicalismo que practican los obedientes a Pablo Iglesias.
Nos queda pues, Ciudadanos. Una opción política en la que este millón de urbanitas de treinta y tantos puede encontrar fácilmente acomodo. El nivel de afinidad es enorme, gracias a la edad y el estilo de vida de quienes gobiernan este partido político, así como a la razón de voto por eliminación de otras opciones.
Así que, nos guste o no, este podría ser el camino por el que opten nuestros protagonistas de hoy, ante la descomposición galopante del PP y frente a una izquierda desdibujada y profundamente dividida, muy lejana en sus propuestas de los intereses de quien vive suficientemente bien y se encuentra joven y guapo o guapa.
Como dirían en Mongolia, que el Hombre del Espacio nos pille confesados.
Desvergüenza en la red
DERECHA. Bailo hoy una Yenka cómplice y solidaria con la activista tuitera que ayer publicó los datos oficiales de la violencia machista. Una publicación que dio paso a toda una caterva de trolls, cenutrios y descerebrados, machistas y antiabortistas, que montaron el pollo con diversas lindezas como llamar asesinas a las mujeres que han abortado -acusándolas de violencia de género- o anunciando que irían al infierno ¡Cielos, cuánto tarado anda suelto por ahí!
Firma tú, que a mí me da la risa
En esta semana, tremenda judicialmente para la derecha española -sea del PP, de la antigua CIU o del PSOE andaluz-, queda claro que sólo los más altos cargos gubernamentales estatales o autonómicos, que han sido lo suficientemente listos como para no firmar nada, se van a salir de rositas.
Llama así poderosamente la atención que hoy Francisco Camps, expresidente de la Generalitat Valenciana, no esté sentado en el banquillo de la Audiencia Nacional que juzga las corruptelas del PP valenciano relacionadas con el caso Gürtel.
Y aún resulta más curioso el silencio que guardan Vicente Rambla, Ricardo Costa y otros antiguos mandamases del partido conservador en Valencia, protegiendo así a su máximo capo, ese que cita Correa en su confesión por escrito al juez como quien le encargó determinados eventos. No se entiende qué pretenden proteger, aún sabiendo que llevan todos los números para acabar en la cárcel.
Sería interesante, que a pesar de que las presuntas responsabilidades penales de Francisco Camps parecen estar prescritas, quedara claro durante el juicio, que hoy empieza, que Camps se libra porque el estado de derecho le protege con la medida del tiempo, no por su inocencia.
Está claro que la cuestión radica en saber hacerse el loco y no figurar documentalmente en ningún caso, aunque el largo brazo de la Justicia ya se encargará de pillarle por algún otro asunto, como el de la Fórmula 1, por ejemplo. Habrá que pillarle como sea, igual que a Capone, que acabó en la cárcel por un asunto tangencial y distinto a sus crímenes más sonados.
En cualquier caso, la derecha española -incluida la catalana, por supuesto- ya figura en nuestros anales como la más corrupta desde la transición, con más o menos 1.000 imputados entre todos los partidos que la forman, y que sólo han demostrado ser eficientes para enajenar dinero púbico y hacer trampas, mientras sus acciones de gobierno han resultado inútiles y hasta vergonzosas por su dudosa eficacia y por su manía de dejar correr los problemas.
Se demuestra así, una vez más, que nuestro código penal protege a los políticos que roban hábilmente o que faltan a su deber como gestores de lo público, y que siguen siendo votados por los ciudadanos. Es lamentable que tengan que ser algunos jueces los que pongan algo de orden en un país que no parece haber cumplido todavía su mayoría de edad.
Agencias de Publicidad corruptas
ATRÁS. Me bailo hoy una Yenka de lo más notoria, con los publicitarios honrados que sustentan sus ingresos en la creatividad y en la ayuda a las ventas de sus clientes. Todo lo contrario a esas otras agencias, que siempre han existido, que han coqueteado con su participación en las corruptelas de los partidos políticos, sobre todo cuando gobiernan. PSOE en sus tiempos y PP ahora, han hecho negocios sucios con agencias de gran volumen de facturación, como la ahora acusada por la UCO por presunta colaboradora del caso Canal de Isabel II y cuyo nombre permanece de momento en secreto.
2018 ¿El año de las mujeres?
Si el pasado 2017 fue el año del hartazgo de la violencia machista, con sucesos de todo tipo que nos llevaron al límite, este nuevo 2018 lleva todos los números para ser un punto de inflexión con el que la sociedad empiece a cambiar y a aceptar, como algo normal, el empoderamiento de las mujeres. Ojalá sea así.
Las decenas de mujeres asesinadas en España; el soporte mediático -me refiero al correcto y bienintencionado- al caso de Diana Quer; el ejemplo de las actrices holyvudienses denunciando a sus acosadores sexuales, que también ha tenido su versión española; y, sobre todo, la reacción social contra todo tipo de abusos y maltratos a las mujeres, indican que por vez primera la sociedad parece estar preparada para el gran cambio que tanto necesitamos para terminar con semejante lacra.
Pero no sólo es importante que las actrices más relevantes -con su capacidad de repercusión- se hayan puesto al frente de la reivindicación. También se hace necesario que los gobiernos den ejemplo en la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres, como son los casos de Islandia y Alemania, cuyos gobiernos han sido pinoneros en dictar leyes que garanticen la paridad salarial, abriendo además, canales de denuncia en caso de discriminación.
Nada que ver con nuestro gobierno del PP, que con la excusa de los Presupuestos Generales del Estado, se niega a dotar los 200 millones prometidos para poner en marcha el Pacto de Estado contra la violencia de género.
A estas alturas de mi artículo, los lectores habrán notado ya que parezco estar mezclando churras con merinas, cuando meto en el mismo saco los abusos sexuales, la discriminación salarial y la violencia de género. Y es que todo parte de la misma raíz y llega a un malévolo fin común: el desprecio a la mujer como un ser inferior a disposición de los hombres, sea para satisfacer sus apetitos, para usarlas como pimpampún de la frustración masculina o para explotarlas laboralmente.
Y eso tiene que acabar de una vez. Baste recordar un par de ejemplos del bien hacer como el abrazo que dio el otro día Jessica Chastain a Pablo Motos, en el El Hormiguero, como contestación al habitualmente machista presentador, cuando dijo a la actriz que los hombres y las mujeres eran rivales. O la ceremonia de los Globos de Oro acaecida esta madrugada -y que podremos ver resumida esta noche en Movistar Plus-, en la que todos los asistentes se pusieron de acuerdo en vestir de negro como protesta contra la discriminación de las mujeres. No olviden escuchar el sentido y reivindicativo discurso de Oprah Winfrey con su lema «El momento ha llegado».
Utilicemos pues todo símbolo y todo hecho positivo que se nos presente, para divulgar hasta la saciedad que las mujeres y los hombres somos iguales, en derechos y obligaciones, en respeto, salario y calidad humana. Convertir 2018 en el Año de las Mujeres depende de todos.