DERECHA. Bailo hoy una Yenka inmersa en la memoria histórica con todos esos cargos y cargas del PP, que consultados hoy sobre los actos fascistas que tuvieron lugar ayer en el maldito monumento de Cuelgamuros, han declarado no saber nada o han evadido hábilmente la respuesta. Como escribió recientemente María Mir Rocafort, Franco vive. Mucho más cerca de lo que creemos.
Archivos Mensuales: julio 2018
La otra cara del mundial
En la madre Rusia, esa federación de países donde puede hacer un frío que pela, carente de los derechos humanos suficientes -opositores encarcelados, homofobia y otros-, se ha celebrado el campeonato mundial de fútbol 2018, con un éxito general sin precedentes.
Lo primero que ha llamado mi atención ha sido la extraordinaria seguridad que se respiraba en todos los encuentros y en las ciudades donde tuvieron lugar. A ningún exaltado se le ha ocurrido lucir sus miserias, sus borracheras o su violencia, que menuda es Rusia cuando se pone seria. Parece como si todos los «holligans» estuvieran avisados de la lluvia de palos que les podía caer encima.
De hecho, ha sido en las calles y plazas de la Francia ganadora donde se han producido muchos incidentes entre sus ciudadanos enloquecidos por el triunfo.
Otra cosa que ha llamado mi atención ha sido la perfección de los estadios que albergaron todos y cada uno de los partidos oficiales. Un ejemplo de construcción sin alharacas en el diseño; con gradas, vomitorios, seguridad y terreno de juego en perfectas condiciones. Muy ruso.
También me ha parecido el mundial de los países modestos, que en un puro alarde de valentía y pundonor fueron eliminando, una a una, a las grandes selecciones que bien parecieron acudir a Rusia a pasar el rato. Así España, Alemania, Argentina, Brasil y finalmente Inglaterra, cayeron ante equipos de países menos grandes, poderosos económicamente o renombrados en el fútbol, como Colombia, México, Uruguay, la inefable Bélgica o la heroica Croacia.
Téngase en cuenta que algunas de las selecciones revelación de este último mundial, se han construido en muy pocos años, a veces seleccionando retales y sobrantes de equipos sin mayor fama. Un gran trabajo el realizado por esos entrenadores que han sabido formar equipos potentes y bien conjuntados, aún estando carentes de figuras mundiales.
Ver como esas selecciones de menor fama exhibían un juego franco, sin complejos y con la entrega y la táctica que no fueron capaces de mostrar los galácticos de turno, ha resultado una muy buena noticia, al menos en lo que tiene de esperanzadora ante un deporte en el que los millones y las costumbres mafiosas reinan a sus anchas.
También creo que deberá ser recordada la juventud y entrega de muchos jugadores, ya en el candelero o nuevas promesas, que han ido dejando a la altura del betún a colegas ya consagrados.
No olvidaré el desaguisado producido en la selección española por el cese de su entrenador Lopetegui, a escasas horas de que nuestros jugadores se estrenaran en el mundial. Mal la gestión de los tiempos de la directiva del Real Madrid con el fichaje del seleccionador nacional; peor aún los equipos de comunicación y relaciones públicas de ese Club y de la Federación, incapaces de administrar correctamente lo que iba a resultar un descalabro; y rematadamente mal el chute de orgullo del nuevo presidente de la Federación, que de un calentón mandó a Lopetegui a esparragar, dejando a la selección española descabezada y en manos de un pobre Hierro, que de tantas horas de oficina tiene ya oxidado el arte del deporte de marras.
Pero mi mayor sorpresa, muy agradable y significativa en los tiempos que corren, ha sido observar la extraordinaria armonía de algunas selecciones claramente interraciales, pertenecientes a países en los que hace pocos años se discriminaba al diferente -y aún se sigue haciendo- o que muestran una posición ambigua ante las migraciones hacia Europa.
Ver como un seleccionador de lo más dandy y british, con cuidada barba, chaleco y corbata, u otros colegas, abrazaban y besaban a todos y cada uno de sus jugadores negros o islámicos, cuando salían del campo al ser sustituidos, chorreando de sudor y se supone que oliendo a rayos tras sus inmensos esfuerzos, resulta un mensaje culto, igualitario y ejemplarizante, que por vez primera hace ciertos los deseos antirracismo de la FIFA. Este y no otro, me ha resultado el mejor recuerdo del mundial que ayer terminó.
La reunión
ADELANTE. Bailo hoy una Yenka, con bastante buena fe, con los presidentes Pedro Sánchez y Quim Torra, que finalmente se han reunido para afrontar sin tapujos los quebraderos de cabeza que nos produce el independentismo catalán. Ojalá esta reunión y las ya anunciadas que vendrán a continuación, sirvan para encontrar un camino en el ambas partes puedan encontrar un punto común que reduzca, al menos, la angustia que produce el problema territorial español.
El calor no es excusa
Cada año, por estas tórridas fechas, son muchos los psicólogos y abogados de familia que son entrevistados en los medios de comunicación para insistir en lo malo que es el verano para las relaciones de pareja. El exceso de calor o una convivencia superior a la normal por aquello de las vacaciones, momento en el que se incrementan las discusiones, son las excusas que más habitualmente esgrimen estos especialistas.
Entre estos argumentos y justificar la violencia de género parece haber sólo un paso que nadie debería dar ni aducir. Mucho menos utilizar el calor como excusa para intentar dar una explicación a los asesinatos machistas estivales, que tienen su origen en causas bien diferentes, relacionadas con la cultura, con el sentido masculino de la propiedad sobre la mujer, los celos o cualquier otra porque todas resultan inadmisibles.
Lo cierto es que en apenas unos días, cuatro mujeres han sido asesinadas por sus parejas, todas ellas de la forma más primaria que existe, por estrangulamiento, a golpes o a cuchilladas, lo que salvo el caso de una de las mujeres cuya pareja tenía orden de alejamiento, nos hace intuir momentos de cólera mal llevada como causa primordial de estos homicidios.
El caso es que las más de 20 mujeres asesinadas en lo que va de año -según datos oficiales- suponen de nuevo un duro golpe para jueces, fiscales y fuerzas del orden, que deben sentirse anonadados ante el fracaso de sus múltiples esfuerzos. Y qué decir de todas persona de bien, que observa horrorizada esta lacra que no cesa.
No puedo olvidar, en este angustioso momento, que el PP firmó en su día el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, aunque finalmente no lo dotó con los 200 millones de euros prometidos para financiar los medios necesarios.
Como también me llama la atención la ausencia en los medios de la actual ministra de Igualdad, la vicepresidenta Carmen Calvo, para darnos algún mensaje de esperanza, inmersa como estaba esos mismos días en los asuntos derivados de la esperada reunión de Pedro Sánchez con el President de la Generalitat, Quim Torra.
Una vez más, nuestros gobernantes no encuentran un hueco para ocuparse de los auténticos problemas de la ciudadanía. Debe ser que una vez asesinadas esas cuatro mujeres, el asunto ya no tenía remedio.