SERPIENTES DE VERANO

¡Qué verano más tonto!

Quizá convendría, antes de explicar por qué parece tan tonto este verano, recordar que por encima del calendario o de las estaciones usamos la sociología para decidir cuándo estamos en el periodo estival o cuándo no.

Así que fuera de los meses de julio y agosto -vacacionales para la mayoría- no hay verano que valga. Al igual que este próximo fin de semana se da el verano por terminado. Los usos y las costumbres, por encima de los cambios meteorológicos, marcan nuestro comportamiento al igual que nuestra percepción estacional. Baste como ejemplo, que mi restaurante favorito de la playa en la que vivo, empieza la semana que viene el horario de invierno ¡Toma castaña!

Y así, en medio de tanta chorrada -como prescindir del hermoso septiembre mediterráneo- se acaba un verano en el que las tontunas de los políticos han sustituido arteramente a las famosas serpientes estivales.

Desde hace años las serpientes de verano se utilizaban política y mediáticamente para despistar a los ciudadanos de los asuntos que realmente importaban, mientras que en este sí se han sacado los hechos a la palestra, sea por debilidad gubernamental, por intereses electorales de la oposición o simplemente por ganas de fastidiar.

Una situación que por atípica se ha convertido nuevamente en causa de división entre españoles, hasta el extremo de llegar a las manos en diversas ocasiones.

Ahí están los huesos del momio, el lamentable monumento de Cuelgamuros, los vaivenes con la inmigración, el exceso de noticias falsas emitidas y actitudes ultra de los conservadores, la movida del juez Llarena y la traducción del auto belga, el debate de los impuestos y sus tramos impresentables, las pensiones o los lazos amarillos y las bofetadas que generan a diestra y siniestra.

Toda una serie de situaciones que resultan esperpénticas por su nefasta gestión, que no han servido más allá que para indigestarnos la paella o amargarnos la siesta. Una nueva muestra de hasta donde puede llegar la estupidez humana ante asuntos tan serios y con tanta necesidad de haberse tratado con sabiduría y decisión política. Aunque sea mucho pedir.

Lástima de verano. En vez de dedicarnos a holgazanear, a beber gintonics y a amar como posesos, nos hemos visto inmersos en atender a las noticias como si no hubiera un mañana otoñal que ya se adivina caliente.

Despido pues por este año a las serpientes de verano, que entre ironías y frivolidades me hacen concluir con la sensación de que ha sido un estío de lo más tonto. Bochornoso, vamos.

Nota del autor: La violencia de género, que no ha cesado un momento, sí que es un asunto serio que merece toda nuestra atención y una lucha radical contra semejante cúmulo de asesinatos.

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A retratarse tocan

El anuncio gubernamental de que se va a proceder a la exhumación del cadáver del dictador Franco ha caído como «dinamita pa los pollos», o para los defensores de la gallina -no precisamente la que da buen caldo-, dando paso a un aquelarre de donde dije digo, digo Diego, que los directivos del PP y de Ciudadanos deberían hacerse mirar.

De hecho, cuando se haya firmado el decreto ley y este pase por el Congreso, muchísimos españoles asistiremos atónitos a cómo, bajo espúreas excusas, los dos grandes partidos de la derecha española se van a posicionar en lo indefendible, con argumentos que van a sonrojar a más de uno o una de los conservadores, teniendo que asumir que van a posar en una foto vergonzosa que quedará para la historia: el momento en que defendieron al más genocida sátrapa que ha conocido nuestro país en la era contemporánea.

Quedarán, además, fotografiados como esos retrógados que siempre han estado ahí, poniendo obstáculos al progreso de España y convirtiendo la imagen de nuestro país en la de un Estado incapaz de asumir, con valentía, que los gobernantes asesinos no tienen cabida en una Europa renacida y moderna. Esa Europa que sí desterró unánimemente al ostracismo a personajes tan oscuros y criminales como Hitler, Mussolini, Ceaucescu, Honecker y otros tantos.

Ejemplos europeos que nos recuerdan que hacer basura con los dictadores no es de derechas ni de izquierdas, sino un simple bien hacer que refleja la condena a todo aquel que cometió crímenes de lesa humanidad.

Pero aquí no parece posible un consenso suficiente para que se postergue de una vez al dictador y se le niegue toda clase de prebendas, glorias y boato. Este raro país supera con creces las consecuencias del síndrome de Estocolmo, grave enfermedad mental propia de los que creyeron en que la paz forzada a base de fusilamientos y la siempre atrasada prosperidad que aún nos mantiene en desigualdad, fueron hechos positivos debidos al liderazgo del Generalísimo.

Parece ser, pues, que aún quedan demasiados agradecidos que se hicieron ricos a costa de las penurias de los demás, al igual que una gran cantidad de desalmados que prefieren a un exterminador antes que a un demócrata.

Fotografiados van a quedar los partidos de la derecha nacional. Y sus posteriores votantes, conscientes o no de la mancha que caerá sobre ellos para siempre.

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Noticias falsas en blanco y negro

Debo empezar solicitando al nuevo presidente del PP, Pablo Casado, hábil navegante en Internet, que me muestre la fotografía de Pablo Sánchez recibiendo a los migrantes del Aquarius en Valencia. Es que no consigo encontrarla. Y empiezo a pensar que Casado miente, que nunca se produjo tal foto que él denuncia.

En cambio, sí es cierto que el delfín de José María Aznar ha viajado a Algeciras y a Ceuta, fotografiándose a troche y moche, dando la mano a todo subsahariano que encontraba en su camino, en un alarde de humanidad, entre blanco y negro, realizado con urgencia ante la igual maniobra del voluble Albert Rivera que le adelantó, una vez más, por la derecha.

Apenas ha llegado Pablo Casado a la presidencia de su partido y ya se ha convertido en un maestro en lo de difundir «fake news», esas noticias falsas de las que es adalid Donald Trump y que ya manejó el anteriormente hombre con bigote con aquello de las armas de destrucción masiva.

El nuevo presidente de la derecha popular nos trae además la amenaza de los millones -sí, millones ha dicho- de migrantes que esperan en África para invadir España y, por ende, Europa.

Acusa, además, al gobierno socialista de anunciar que habrá papeles para todos los que entren legal o ilegalmente en España, promesa que tampoco soy capaz de encontrar en las hemerotecas, de la misma manera que no hallo prueba alguna de que el actual gobierno hubiera producido un efecto llamada con su comportamiento humanitario, que como sabemos responde simplemente al natural y obligatorio acogimiento de los migrantes a los que, ilegalmente, se les ha negado la entrada en otros puertos europeos y mediterráneos.

Remachó su procaz visita el Sr. Casado con la propuesta de que Europa ofreciera a África -así sin más matices- un nuevo «Plan Marshall», como aquel al que la España de sus antepasados no pudo acogerse por tener un gobierno fascista.

Revisionista, mentiroso, ultraderechista y xenófobo nos ha salido Pablo Casado, la gran esperanza blanca que no ha tardado en homologarse con lo peor de Europa.

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La otra cara del mundial

En la madre Rusia, esa federación de países donde puede hacer un frío que pela, carente de los derechos humanos suficientes -opositores encarcelados, homofobia y otros-, se ha celebrado el campeonato mundial de fútbol 2018, con un éxito general sin precedentes.

Lo primero que ha llamado mi atención ha sido la extraordinaria seguridad que se respiraba en todos los encuentros y en las ciudades donde tuvieron lugar. A ningún exaltado se le ha ocurrido lucir sus miserias, sus borracheras o su violencia, que menuda es Rusia cuando se pone seria. Parece como si todos los «holligans» estuvieran avisados de la lluvia de palos que les podía caer encima.

De hecho, ha sido en las calles y plazas de la Francia ganadora donde se han producido muchos incidentes entre sus ciudadanos enloquecidos por el triunfo.

Otra cosa que ha llamado mi atención ha sido la perfección de los estadios que albergaron todos y cada uno de los partidos oficiales. Un ejemplo de construcción sin alharacas en el diseño; con gradas, vomitorios, seguridad y terreno de juego en perfectas condiciones. Muy ruso.

También me ha parecido el mundial de los países modestos, que en un puro alarde de valentía y pundonor fueron eliminando, una a una, a las grandes selecciones que bien parecieron acudir a Rusia a pasar el rato. Así España, Alemania, Argentina, Brasil y finalmente Inglaterra, cayeron ante equipos de países menos grandes, poderosos económicamente o renombrados en el fútbol, como Colombia, México, Uruguay, la inefable Bélgica o la heroica Croacia.

Téngase en cuenta que algunas de las selecciones revelación de este último mundial, se han construido en muy pocos años, a veces seleccionando retales y sobrantes de equipos sin mayor fama. Un gran trabajo el realizado por esos entrenadores que han sabido formar equipos potentes y bien conjuntados, aún estando carentes de figuras mundiales.

Ver como esas selecciones de menor fama exhibían un juego franco, sin complejos y con la entrega y la táctica que no fueron capaces de mostrar los galácticos de turno, ha resultado una muy buena noticia, al menos en lo que tiene de esperanzadora ante un deporte en el que los millones y las costumbres mafiosas reinan a sus anchas.

También creo que deberá ser recordada la juventud y entrega de muchos jugadores, ya en el candelero o nuevas promesas, que han ido dejando a la altura del betún a colegas ya consagrados.

No olvidaré el desaguisado producido en la selección española por el cese de su entrenador Lopetegui, a escasas horas de que nuestros jugadores se estrenaran en el mundial. Mal la gestión de los tiempos de la directiva del Real Madrid con el fichaje del seleccionador nacional; peor aún los equipos de comunicación y relaciones públicas de ese Club y de la Federación, incapaces de administrar correctamente lo que iba a resultar un descalabro; y rematadamente mal el chute de orgullo del nuevo presidente de la Federación, que de un calentón mandó a Lopetegui a esparragar, dejando a la selección española descabezada y en manos de un pobre Hierro, que de tantas horas de oficina tiene ya oxidado el arte del deporte de marras.

Pero mi mayor sorpresa, muy agradable y significativa en los tiempos que corren, ha sido observar la extraordinaria armonía de algunas selecciones claramente interraciales, pertenecientes a países en los que hace pocos años se discriminaba al diferente -y aún se sigue haciendo- o que muestran una posición ambigua ante las migraciones hacia Europa.

Ver como un seleccionador de lo más dandy y british, con cuidada barba, chaleco y corbata, u otros colegas, abrazaban y besaban a todos y cada uno de sus jugadores negros o islámicos, cuando salían del campo al ser sustituidos, chorreando de sudor y se supone que oliendo a rayos tras sus inmensos esfuerzos, resulta un mensaje culto, igualitario y ejemplarizante, que por vez primera hace ciertos los deseos antirracismo de la FIFA. Este y no otro, me ha resultado el mejor recuerdo del mundial que ayer terminó.

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El calor no es excusa

Cada año, por estas tórridas fechas, son muchos los psicólogos y abogados de familia que son entrevistados en los medios de comunicación para insistir en lo malo que es el verano para las relaciones de pareja. El exceso de calor o una convivencia superior a la normal por aquello de las vacaciones, momento en el que se incrementan las discusiones, son las excusas que más habitualmente esgrimen estos especialistas.

Entre estos argumentos y justificar la violencia de género parece haber sólo un paso que nadie debería dar ni aducir. Mucho menos utilizar el calor como excusa para intentar dar una explicación a los asesinatos machistas estivales, que tienen su origen en causas bien diferentes, relacionadas con la cultura, con el sentido masculino de la propiedad sobre la mujer, los celos o cualquier otra porque todas resultan inadmisibles.

Lo cierto es que en apenas unos días, cuatro mujeres han sido asesinadas por sus parejas, todas ellas de la forma más primaria que existe, por estrangulamiento, a golpes o a cuchilladas, lo que salvo el caso de una de las mujeres cuya pareja tenía orden de alejamiento, nos hace intuir momentos de cólera mal llevada como causa primordial de estos homicidios.

El caso es que las más de 20 mujeres asesinadas en lo que va de año -según datos oficiales- suponen de nuevo un duro golpe para jueces, fiscales y fuerzas del orden, que deben sentirse anonadados ante el fracaso de sus múltiples esfuerzos. Y qué decir de todas persona de bien, que observa horrorizada esta lacra que no cesa.

No puedo olvidar, en este angustioso momento, que el PP firmó en su día el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, aunque finalmente no lo dotó con los 200 millones de euros prometidos para financiar los medios necesarios.

Como también me llama la atención la ausencia en los medios de la actual ministra de Igualdad, la vicepresidenta Carmen Calvo, para darnos algún mensaje de esperanza, inmersa como estaba esos mismos días en los asuntos derivados de la esperada reunión de Pedro Sánchez con el President de la Generalitat, Quim Torra.

Una vez más, nuestros gobernantes no encuentran un hueco para ocuparse de los auténticos problemas de la ciudadanía. Debe ser que una vez asesinadas esas cuatro mujeres, el asunto ya no tenía remedio.

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Misceláneas agosteñas

El agosto que hoy acaba ha estado algo más lleno de auténticas noticias, por encima de lo habitual en esta época de letargo mediático. Lástima que los criminales atentados de Barcelona y Cambrils se hayan estirado hasta la saciedad con tal de rellenar espacios, aunque haya sido a costa de levantar toda la porquería posible sobre este triste asunto.

Pero ni el atentado ha sido capaz de evitar otras noticias, más o menos pintorescas, típicamente estivales. Pasen y vean:

Sin duda, yo daría el primer premio en un hipotético concurso de serpientes de verano, a la alarmante noticia de que una hormiga había conseguido penetrar en la cámara hermética que acoge a la Dama de Elche, monumento ibero donde los haya y que permanece -como tantos otros saqueos de patrimonio público- en el Museo Aruqeológico Nacional de Madrid, a donde fue obligatoriamente a parar por razones de seguridad en su conservación. Seguridad que ha puesto en entredicho un pequeño himenóptero.

Menos jocosa resulta la medida antiterrorista que el ministro del Interior propuso hace pocos días al presidente de la Federación Española e Municipios y provincias, de cuya reunión aún estamos esperando noticias del resultado. Se trata en esta ocasión de establecer una vigilancia de los rezos y otros mensajes que practican los imanes en las mezquitas españolas. No vaya a ser que en estas se produzca un coladero de proclamas que llamen a la violencia.

Pues a mí, de hacerse verdad esta medida, me resulta un agravio comparativo en un país aconfesional y con la libertad religiosa garantizada por nuestra Constitución. Porque con los mismos argumentos se debería vigilar también a los curas católicos más ultramontanos, fascistas, homófobos, machistas, pedófilos e incluso xenófobos, cuyas homilías resultan violentas y carentes de toda la caridad cristiana que parecen pregonar.

Pero agosto es mucho más que un período sin apenas noticias, pues también suele aprovecharse políticamente para realizar maniobras propias de la nocturnidad y la alevosía.

Como, por ejemplo, las maniobras internas realizadas por Pablo Manuel Iglesias para controlar, de manera absolutista, la comisión de garantías de Podemos, con lo que ha dado un paso más en el control de una organización política que en su día fue asamblearia, horizontal y sustentada en los círculos ciudadanos, ahora divididos entre la protesta ante semejantes maniobras y la obediencia a un líder que va poniendo aquí y allá mandamases de su cuerda.

Y así, entre hormigas, censuras religiosas y dictadorzuelos, va acabando este verano y doy por cerrado este nido de serpientes, pensado para distraer mi mente y la de quien haya querido darle un vistazo.

La próxima semana, volveremos a estar de lleno en un nuevo curso que promete yenkas a gogó y comentarios sobre lo que vaya acaeciendo. Muchas gracias y un abrazo.

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Animales de playa

El otro día, en la abarrotada playa de El Perelló (Valencia), los socorristas avistaron una inocente tintorera, acompañada por uno o dos delfines, lo que obligó a prohibir el baño durante un buen rato, hasta que pasó la alarma sin mayores incidentes.

Y también durante estos días, una cría de delfín fue capturada por bañistas en la playa de Mojácar, para luego ser manoseada y fotografiada por decenas de turistas, hasta que el pequeño mamífero del mar murió de tanto inadecuado magreo.

A partir de ambos sucesos, parece fácil discernir que los verdaderos animales, o sea las bestias desalmadas, son esos inhumanos estúpidos e incultos que no dudan en cometer un delito contra una especie protegida, con tal de llevarse un recuerdo más de sus vacaciones.

Pero en la playa hay muchos más animales de dos patas que convierten el turismo en un producto de aparente interés nacional que solo beneficia a unos pocos.

Me refiero a los propietarios de los establecimientos hosteleros que no dudan en contratar precariamente a sus empleados, así como en pagarles lo mínimo posible, provocando una evidente injusticia contra quienes, con su trabajo, hacen del turismo español una realidad, con sus filias y sus fobias.

Camareros,»Kellys», cocineros, personal de mantenimiento y otros empleados del sector se ven marginados de la orgía de pelas que produce el turismo cada temporada, mientras los propietarios se llenan los bolsillos a mansalva.

Una vez más, la desigualdad se hace patente en nuestro país, dejando en ridículo a aquellos a quienes se les llena la boca de loores a nuestra recuperación económica.

Y así, entre descerebrados, chorizos y trabajadores mal pagados, va transcurriendo el verano, con animales más peligrosos en tierra que en los hermosos mares que nos rodean.

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El fúrbol es asín

Tranquis. A mí tampoco me suliveya el fútbol. Por eso me da tanta morcilla que ni en vacaciones dejen sus protas de dar la vara con tanta mandanga.

Y siguen en la palestra -muy a pesar mío- por cuestiones de pasta, provocando escándalos que consiguen trepar en las listas de «Trending Topic», muy por encima de otros temas sociales que deberían obtener un mayor interés. Pero entonces esto no sería España ni estaríamos en verano.

El narcisista -puede que hasta la psicopatía- Cristiano, se defiende de su imputación por presunto fraude fiscal, declarándose luciérnaga, o sea bicho con luz propia, a cuyo brillo acuden todo tipo de depredadores, chupasangres y oros mortales de mierda.

Este Ronaldo -que no el otro- parece estar como una cabra, pues sólo así se entiende que se declarara en su día como rico, guapo y buen jugador. O que su empresa de comunicación preparara un auténtico escenario a la salida del juzgado, que ni en las mejores verbenas, para que el divo acabara haciéndose un Justin Bieber y dejara a la prensa venida de todo el mundo con un palmo de narices. Caza de brujas, se limitó a decir horas más tarde.

Mientras tanto el crío Neymar -cuyo padre le explota como si no hubiera un mañana- se marcha a Paría en medio de una operación financiera, aún sin resolver, de esas que harán historia por su monto y por la oscuridad del trapicheo que se ve venir. Acabaremos riéndonos de la patraña que significó su fichaje por el Barça cuando conozcamos finalmente de lo que es capaz la mafia del fútbol en casos como este.

Y qué decir del amo del villarato, que ha pasado unos días en la concurrida de VIP prisión de Soto del Real, investigado por todo tipo de tejemanejes en la Federación Española de Fúrbol, como el pronuncia impenitentemente. Y ha tenido que ser otro personaje de pro, el patadón Javier Clemente, quien haya puesto parte o toda la pasta para que Villar y sus más directos cortesanos pudieran pagar la fianza.

Y como «el fúrbol es asín», se ha convertido en la principal serpiente de este verano, a fata de que alguien más sensato que yo opine en profundidad sobre asuntos como los ataques al turismo de Arran, o por qué ya casi no se ven los posados estivales, que tanto jolgorio producen.

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Folguemos pues

No se me exciten los puristas con eso de folgar, en su acepción más carnal -que también es una actividad muy veraniega-, sino toménselo en su variante más estival, la de dedicar el ferragosto a tocarse las narices como actividad principal y que no produce sudor alguno.

Y esto, que siempre ha sido mi ideal de vida, debe tener también su manifestación escrita, dedicada hasta septiembre a contar lo que me salga de la meninge, sin necesidad de estar sujeto a la cruda realidad del curso político que ayer cerró Rajoy con su «Lo recuerdo perfectamente». O sea, nada. Otro que tal fuelga.

El verano debería dedicarse exclusivamente a observar pamelas, escotes, barrigas, pareos o bragas naúticas, familias cargadas como si mudaran de casa, tarteras y neveras, niños y niñas chupando polos hasta el desastre y restos de sandía. Un deporte que debe practicarse siempre a la sombra, con unas buenas gafas de sol y una birra sobre la mesa, que no en la mano porque se calienta.

Y la playa, ni pisarla, que tiene arena ¿Para qué me compré entonces una vivienda en la playa, en la que habito todo el año? Para ver el mar, cuyos colores, cabriolas, sonidos, calmas o temporales, funcionan mejor que esos ansiolíticos que la farmacopea nos ofrece para soportar la vida sin tirarnos por la ventana. O para observar la arena y las dunas -«montanyasos», dicen por aquí-, que parecen tener vida propia según se comporten las mareas o hasta cuanto sople el viento.

Yo es que soy más de terracita. Y en una de ellas paso cada día del año -menos los lunes, que cierran-, da igual que sea invierno o verano, armado con mis necesarios trastos para practicar durante las horas del mediodía el «dolce far niente», la ociosidad para los que no hablan italiano o no vieron aquellas maravillosas películas del neorrealismo, que de manera tan agria como fascinante nos mostró el arte de ver la vida pasar, activando mente y cuerpo sólo en las ocasiones en que había algo que pescar.

Así, mira que te mira, observando y desdibujando la realidad a mi antojo, iré contando lo que se me ocurra y cuando me apetezca. Feliz verano, amigos y amigas. Y folgad, que es muy sano.

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