Tranquis. A mí tampoco me suliveya el fútbol. Por eso me da tanta morcilla que ni en vacaciones dejen sus protas de dar la vara con tanta mandanga.
Y siguen en la palestra -muy a pesar mío- por cuestiones de pasta, provocando escándalos que consiguen trepar en las listas de «Trending Topic», muy por encima de otros temas sociales que deberían obtener un mayor interés. Pero entonces esto no sería España ni estaríamos en verano.
El narcisista -puede que hasta la psicopatía- Cristiano, se defiende de su imputación por presunto fraude fiscal, declarándose luciérnaga, o sea bicho con luz propia, a cuyo brillo acuden todo tipo de depredadores, chupasangres y oros mortales de mierda.
Este Ronaldo -que no el otro- parece estar como una cabra, pues sólo así se entiende que se declarara en su día como rico, guapo y buen jugador. O que su empresa de comunicación preparara un auténtico escenario a la salida del juzgado, que ni en las mejores verbenas, para que el divo acabara haciéndose un Justin Bieber y dejara a la prensa venida de todo el mundo con un palmo de narices. Caza de brujas, se limitó a decir horas más tarde.
Mientras tanto el crío Neymar -cuyo padre le explota como si no hubiera un mañana- se marcha a Paría en medio de una operación financiera, aún sin resolver, de esas que harán historia por su monto y por la oscuridad del trapicheo que se ve venir. Acabaremos riéndonos de la patraña que significó su fichaje por el Barça cuando conozcamos finalmente de lo que es capaz la mafia del fútbol en casos como este.
Y qué decir del amo del villarato, que ha pasado unos días en la concurrida de VIP prisión de Soto del Real, investigado por todo tipo de tejemanejes en la Federación Española de Fúrbol, como el pronuncia impenitentemente. Y ha tenido que ser otro personaje de pro, el patadón Javier Clemente, quien haya puesto parte o toda la pasta para que Villar y sus más directos cortesanos pudieran pagar la fianza.
Y como «el fúrbol es asín», se ha convertido en la principal serpiente de este verano, a fata de que alguien más sensato que yo opine en profundidad sobre asuntos como los ataques al turismo de Arran, o por qué ya casi no se ven los posados estivales, que tanto jolgorio producen.