ATRÁS. Hartitos estamos ya de que los independentistas catalanes bailen una Yenka que no les incumbe y, encima, pretendan obligar a que los demás también la bailemos. Y es que ya nos hemos dado cuenta, sin duda alguna, que con tanto adelante y atrás, izquierda y derecha, sin un gobierno que llevarse a la boca, van pasando el rato alimentándose a base de despropósitos y vaciladas continuas al personal. Como díría Labordeta, «a la mierda, hombre».
Archivos Mensuales: marzo 2018
¿Qué quieres que te diga?
Empieza la primavera tal como acabó el invierno. Con frío en el ambiente y en las mentes de nuestros políticos. Con granizo gubernamental sobre las cabezas de feministas y pensionistas, que aún manifestándose por doquier demostrando su razón y la cantidad de los que protestan, nada obtienen de quien tiene en su mano la solución ante tanta injusticia.
Y seguimos echando de menos la protesta masiva de los jóvenes, uno de los mayores colectivos entre los que, frente a tanta desigualdad, crece la desesperación porque temen no alcanzar jamás un porvenir suficiente para obtener los mínimos vitales: independencia, desarrollo y techo.
Mientras, el dinero que parece no haber en las arcas públicas, es destinado sin medida a satisfacer los problemas mercantiles de empresas privadas o a rearmar a un ejército sin guerra con la excusa del yihadismo.
Sandeces que bordean la prevaricación, a sabiendas de que los servicios sociales, las infraestructuras, la modernización general y otras necesidades de cada día debieran ser prioritarias.
Por eso llama poderosamente la atención que los partidos políticos, que dicen representarnos en las Cortes Generales, anden metidos en zarandajas de mínimo calado social y que sólo sirven para tomar posiciones ante las elecciones cada vez más próximas.
No se entiende de otra manera que el partido en el gobierno se permita macarrear con sus vetos y negativas varias sobre lo esencial, cuando en realidad se encuentra en su momento más débil de la presente legislatura. Y sin que nadie aproveche esta coyuntura para descabalgarlo de una vez y mandarlos a casa por una larga temporada, a ver si aprovechan la oscuridad para reflexionar sobre su insultante extremismo e injusticia como tácticas constantes de autoridad.
Debe ser que la inacción que define a nuestro gobierno es contagiosa, como una epidemia de abulia política que se ha expandido a izquierda y derecha, generando unos síntomas de estupidez para los que no existe remedio si queremos mantener el estado de derecho.
Aunque más nos valdría tomar consciencia de que el derecho que sostiene a nuestro Estado ya no es de recibo, porque ni es para el pueblo ni se desarrolla a favor del pueblo.
Así pues ¿qué quieres que te diga? ¿Que tomemos de una vez la calle hasta que caiga este gobierno, como ya pasó en Francia pronto hará 50 años? ¿Que forcemos a todos los partidos políticos a vivir en la realidad, negándoles el pan y la sal que no se merecen? ¿Que rompamos la baraja y empecemos un nuevo juego en el que podamos participar todos?
Algo habrá que hacer, porque así no vamos a ningún otro lado que a alargar nuestra agonía como país y nuestra miseria como ciudadanos.
Cuando crecemos los enanos
DERECHA. Bailo hoy una Yenka, entre circense y reivindicativa, para recordar a los partidos de la oposición, que nunca como ahora el gobierno del PP se encuentra en un momento tan débil. A su corrupción -aireada por los tribunales-, se añade la protesta inasequible al desaliento de los pensionistas, la huelga de las mujeres y todo un movimiento de censura al gobierno más nefasto desde la transición ¿Serán capaces los demás partidos de echar de una vez a Rajoy y a los suyos? Gran duda. Sigamos creciendo.
¡Mujeres: a la huelga!
Cuando por fin el feminismo está llegando al máximo nivel de notoriedad de su historia, algunas mujeres, demasiadas, se echan atrás ante lo que puede llegar a ser la anunciada huelga del próximo día ocho.
Mujeres, la mayoría de ellas en buena posición social, política o económica, que en el fondo parecen temer que las prebendas que deben al machismo -del que sin duda son cómplices- se tornen agua que se escapa entre los dedos, a causa de que la sociedad alcance uno de sus grandes objetivos pendientes: la igualdad entre sexos.
Traidoras a la natural sororidad -esa solidaridad y concordia entre mujeres, que hace del feminismo un justificado grito transversal que afecta a la mitad de la población- por impura protección de las prebendas que han alcanzado y que las vuelve egoístas, malas compañeras de viaje.
Señoronas, aunque aún sean jóvenes, que ocupan parcelas de poder a las que se aferran con ansia y desespero, ante la amenaza de que la deseable revolución feminista se las lleve por delante.
Conservadoras de pro, al menos entre los suyos, que prefieren obedecer las consignas de sus derechistas jefes -esos que confunden el feminismo con una amenaza con significación política- antes que ayudar a destruir esos techos que generan indecentes brechas salariales, profesionales y sociales.
Esquirolas, que conscientes de su desvergüenza, se atreven a recomendar que el próximo Día de la Mujer se conmemore trabajando aún más, olvidando que a lo largo de la Historia las féminas han sido y siguen siendo esclavas de una ingente e insoportable cantidad de tareas.
También obreras y autónomas, con escasos recursos, que por motivos que rayarían en lo esquizoide, mantienen posturas conservadoras cuando, en realidad, mantener su miseria no tiene futuro ni premio.
Y por desgracia, mujeres temerosas de dios o de los hombres, plegadas al machismo amenazante y violento, a las que produce pavor cualquier movimiento que pueda costarles una bronca, una paliza o, incluso, la vida.
Así que no queda otra que animar a todas las mujeres a que acudan a la huelga de este jueves 8, a defender lo que les es propio por naturaleza y justicia, a demostrar sus potencias y sus irreemplazables roles sociales. A dejar bien claro, que si no contamos con ellas en la medida justa, pueden paralizar el mundo.