En esta antigua y paradójicamente moderna Europa, creíamos absolutamente erradicada la esclavitud. Pero con el neoliberalismo, la esclavitud ha vuelto. Con una cara menos agresiva, quizá, pero ha vuelto. Y de qué manera.
Ha vuelto en forma de una desigualdad creciente y que no parece tener fin. Está aquí de nuevo con millones de europeos pobres, que tengan o no un puesto de trabajo, se ven obligados a malvivir y sin un horizonte esperanzador a la vista.
Sin ir más lejos, nosotros, los mismos españoles que en su día pretendimos boicotear a las marcas que producían en países tan paupérrimos y carentes de derechos laborales como Bangladesh, somos testigos -cuando no sufridores- de esta nueva esclavitud sustentada en la precariedad, en el aprovechamiento empresarial del exceso de parados, en unas nuevas leyes que dan cada vez más la espalda al ciudadano y en unos gobernantes exclusivamente interesados en el capital, sea cual sea el destino de los gobernados.
Y como muestra, precisamente estos días, en medio de un fuerte temporal climatológico, con temperaturas generalizadas bajo cero, sube descaradamente el precio de la electricidad, condenando aún más a las muchas personas -demasiadas- con bajos ingresos o que sufren pobreza energética, a pasar frío, enfermar e incluso morir. Y con el agravante de que el gobierno no interviene porque ya preparó las normas para beneficiar a las empresas energéticas.
Los españoles debemos ser plenamente conscientes de que la situación actual de nuestro país -esa nación que crece económicamente «más que nadie»- es peor que la muchos sufrimos antes de la transición democrática. Y para reconocerlo, no vale mirar hacia otro lado ni decir aquella terrible frase, por insolidaria, de «El que venga detrás, que arree».
En filosofía, tan impura como de costumbre, no hace falta rascar mucho para tener claro que mientras la democracia es incompatible con la esclavitud, el capitalismo no lo es, por lo que la esclavitud suele reaparecer en la misma proporción que avanzan las formas autoritarias de gobierno.
No olvidemos que en España, este país que tanto duele, casi el 30% de los ciudadanos se encuentra en riesgo de exclusión -según datos oficiales del INE-, mientras ya hace dos años que salimos oficialmente de la recesión económica. Se ha pues evidente que algo estamos haciendo mal. Por ejemplo, permitiendo que aparezcan de nuevo millones de esclavos.
La bueva esclavitud :es verdad no la invetamos, yo la veo todos los dias y puedo contarla.Vuen matiz José dices verdades como puño .
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