ATRÁS. Bien merecen los padres de la niña Nadia que hoy les baile una Yenka llena de reproches por su repugnante y estafador comportamiento. Esperemos que no cunda el desánimo ante situaciones que sí necesitan realmente el apoyo ciudadano, precisamente en uno de los países más solidarios del mundo. Se hace necesario un castigo ejemplar a estos desalmados padres, así como una repulsión generalizada que nos redima ante cualquier tentación de abandonar el apoyo a tanta causa que nos necesita.