Visto lo visto en los arteros procedimientos seguidos por los diputados independentistas del Parlament de Cataluña, así como el dominio que ejerce la CUP desde su minoría, cabría preguntarse si los catalanes son conscientes de que su verdadera elección, en el caso de celebrarse, será sobre si permanecen dentro o fuera del sistema.
El peligro que corren los catalanes con su posible independencia es, precisamente, el de quedarse fuera del sistema, esa organización política, social y económica en el que actualmente -nos guste más, menos o nada- estamos inmersos los españoles, los europeos, los occidentales, con todas sus consecuencias.
La mayoría de los ciudadanos -entre los que me encuentro- apostamos por permanecer en el sistema, aunque muchos intentamos que en éste se realicen los cambios suficientes para que la democracia resulte más proporcional y efectiva en su estructura electoral y territorial, para que la desigualdad, el paro, la precariedad, la miseria y los agravios comparativos desaparezcan de nuestro país, hasta ponerse simplemente al mismo nivel que en otros países europeos. Un cambio profundo para que además de socializar las pérdidas, se haga lo mismo con las ganancias. Una reforma que, en definitiva, aporte una política fiscal y presupuestaria justa, que eso es la madre del cordero. Una evolución que bien podría pasar, además, porque el Estado pasara a ser una república.
Salirse del sistema es una opción, siempre que seamos conscientes de que la violencia -como causa o como efecto- es inherente históricamente a las grandes rupturas. Lo intentó ETA, matando y señalando a todos aquellos que consideraban enemigos de sus objetivos, aunque cayeran inocentes por el camino.
Y lo intenta ahora la CUP, con esas pintadas que invitan a los ciudadanos catalanes a señalar a los demás catalanes que no están por la independencia. Estas pintadas y los abucheos callejeros a cualquier mal llamado unionista ya son violencia, porque generan fractura social, discriminación y odio entre vecinos, amigos o familiares ¿Trae algún recuerdo histórico esta situación? Mal vamos por este camino.
Así que este es, en mi opinión, el auténtico dilema: dentro o fuera del sistema. Reflexionemos cada uno de nosotros y decidamos dónde y cómo queremos estar. Catalanes incluidos.
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