Frente a la convencional economía lineal, que se sustenta en la secuencia «extraer, producir, usar y tirar» -claramente insostenible y causante de muchos de nuestros males medioambientales-, se lleva tiempo proponiendo una nueva economía, circular, en la que el reciclaje se tome en serio hasta imitar a la propia Naturaleza.
Pero la noticia -para los más informados- no es esta, sino que un país como Austria se haya tomado en serio el modelo hasta el extremo de convertir la economía circular en una cuestión de estado.
De hecho, en países avanzados y con una elevada conciencia medioambiental, como Alemania o la propia Austria, ya hace décadas que la separación de los desechos en hogares y empresas se realiza por ley y bajo pena de sanción.
En mi viaje a la Expo de Hannover, en 2000, ya observé como las bolsas de basura que se depositaban en las puertas de las casas eran transparentes, con el fin de que el propio servicio de recogida pudiera realizar también la tarea de inspección. Incluso fui testigo de como uno de los alemanes que tuvo a bien acogerme en su hogar, disponía de grandes recipientes en los que clasificaba convenientemente el papel, los envases o el vidrio. Aún recuerdo cuando, maravillado, le acompañé un día con su coche para transportar aquellos contenidos a sus respectivos contenedores. Nada de tenerlos junto a la puerta. Había que hacer al menos unos kilómetros para cumplir con el deber ciudadano.
Volviendo al caso de Austria, allí son conscientes de que implantar la economía circular, en la que todo se transforma y se aprovecha, requiere un gran esfuerzo social, por lo que se han metido en una gigantesca campaña promocional, en la que sus modernas plantas de reciclaje y separación se han convertido en motivos de visita turística y divulgativa.
Conviene recordar que el movimiento verde en estos países tiene muchas décadas de historia y participación política; todo un tiempo que nos llevan por delante. Pero también debemos ser conscientes del alto grado de sentido colectivo de sus ciudadanos, así como que se trata de países altamente industrializados y con grandes inventores, filósofos y otros pensadores en su haber.
Otra buena noticia, es que el primer laboratorio europeo de economía circular, The Circular Lab, se ha instalado en Logroño. Esta iniciativa de Ecoembes estará destinada a experimentar todas las fases del ciclo de vida de los productos hasta mejorar sustancialmente su correspondiente reciclaje y aprovechamiento de materiales, así como la gestión municipal de los residuos.
En filosofía, tan impura como de costumbre, se considera la economía circular como una organización de sistemas inspirada en los seres vivos, que persigue el cambio de la economía lineal hacia el modelo circular. Para ello, divide los componentes de los productos en dos grupos generales: nutrientes biológicos y técnicos. Los nutrientes biológicos -que son biodegradables- se pueden introducir en la naturaleza después de que su valor de uso ya no sea rentable. Y Los nutrientes técnicos, poco aptos para los seres vivos, son reutilizados una y otra vez sin entrar en la naturaleza, favoreciendo así la reutilización de materiales y el ahorro energético (Mi agradecimiento al blog internacional ‘Lecciones De La Naturaleza’, del que hoy he tomado mis necesarias notas).
Aunque todos estos avances políticos, técnicos y sociales, no serán nada sin un profundo cambio en la cultura medioambiental ciudadana. Como tampoco llegarán a ningún éxito significativo mientras negacionistas como Trump y sus voceros se empeñen en seguir condenándonos a muerte. Antes o después, pero a muerte.
Reblogueó esto en Meneandoneuronas – Brainstorm.
Me gustaMe gusta
Pingback: Viene la economía circular — loquehayblog – girⓔnviro