Es evidente. Nuestro país se está quedando atrasado a pasos agigantados. La ira ha tomado posiciones en nuestra sociedad y en nuestros aparentes representantes, los políticos. Una ira que se empeña en las posiciones más reaccionarias y en la manía habitual de recrearse en el pasado, para bien o para mal.
En la gestión de cualquier proyecto, sea este privado o público, particular o general, existen dos caminos que siempre deben coexistir: el operativo, que intenta resolver las cuestiones de cada día, y el estratégico, orientado a hacer realidad nuevas soluciones y visiones adecuadas para avanzar.
Pero en la política española, las estrategias de futuro brillan generalmente por su ausencia. De hecho, tanto nuestros gobernantes como nuestros parlamentarios se han convertido en una pandilla de reaccionarios cabreados, que impiden trabajar para superar nuestra actual desigualdad y para obtener un futuro halagüeño de España.
Al PP, con el gobierno central al frente, sólo le preocupa tapar -con todo tipo de ardides, incluidos los relativos a la justicia- sus inmensas corruptelas, así como
plantear unas políticas presupuestarias orientadas a enriquecer a los que ya son poderosos o a satisfacer las exigencias europeas sobre el déficit. Mientras, deja abandonada a la mayor parte de la sociedad -no olvidemos nuestro elevado porcentaje de pobreza- y hace caso omiso a los avances tecnológicos, a las energías renovables y otros proyectos de gran calado, que modernizarían nuestro país en un periodo relativamente corto. Y lleva a la palestra esta dejadez con actuaciones sustentadas en la ira que define a los chulos y a los injustos.
Por su parte, el PSOE anda buscando desde hace ya tiempo unas esencias perdidas años ha, prospección que intenta resolver con una pelea interna y una falta de proyectos para la buena marcha de España que puede condenarlo a una caída sin paliativos, similar a las debacles socialdemócratas ya acaecidas en el resto de Europa. Una pérdida de esencias de izquierda entre los socialistas que se han ganado a pulso, con su inacción, su alejamiento de los problemas de los ciudadanos y sus posturas navajeras destinadas únicamente a alcanzar el poder interno en sus maltrechas filas.
Podemos, ni avanza ni deja avanzar. Sólo pregona, de manera harto panfletaria y cabreada, los defectos de los demás, impidiendo en muchas ocasiones que proyectos interesantes puedan ver la luz, convirtiéndose así en una de las decepciones más notorias de la política en los últimos años. Poco o nada queda ya de aquel ilusionante 15M que Podemos dice representar.
Y, por último, Ciudadanos representa otra gran frustración. Sus promesas de regeneración democrática, de luchas contra la corrupción y de modernización del país, se han quedado en agua de borrajas, abducidos como están por la ira del PP.
No hago mención a los partidos nacionalistas, porque andan encerrados en su propio juguete -que diría Juan Marsé-, preocupados de sus reinos de taifas y con las posiciones retrógadas y egoístas propias de los que sólo aspiran al establecimiento de fronteras que les protejan su riqueza o les aíslen de la justicia anticorrupción.
En filosofía, impura una vez más, estas miradas hacia atrás con ira se reflejan en los pensadores de corte tradicionalista o reaccionario que siempre han tenido sus propios planes para la aparente modernización de España, aunque sus modos de abordar las cuestiones intelectuales fueran hostiles a la democracia y al auténtico avance social. (Mi agradecimiento a Álvaro Castro Sánchez, de cuyo ensayo «Filosofía y Ciencia en el Pensamiento Reaccionario Español» he tomado hoy mis necesarias conclusiones)
Como antídoto a tanto olor a naftalina, recomiendo el visionado de la serie «Cuando ya no esté», dirigida y presentada por Iñaki Gabilondo -disponible también en YouTube-, en la se nos muestra el presente más avanzado a nivel mundial y las tendencias que definen la probable trayectoria de la humanidad. Un cúmulo de mensajes de modernidad que reflejan ese gran cambio que en España se sigue dejando de lado.
Totalmente de acuerdo Jose
Me gustaMe gusta