Creo que he empezado el año en estado conspiranoico. Tales han sido los desmanes acaecidos en el mundo, durante los pocos días que llevamos de 2017, que solo me faltaba que se publicara, precisamente ayer, el informe del Consejo de Estado sobre el accidente del Yak-42, que carga las tintas y las culpas sobre Federico Trillo y, por extensión, al gobierno de Aznar.
Así, compartiré por unos segundos eso de la antigüedad del caso -excusa esgrimida ayer por Rajoy para quitarse el asunto de encima-, pero solo será para preguntarme por qué se ha hecho público el ya famoso informe precisamente ayer, después de tantos años.
Y ahora soltaré la paranoia conspirativa: si como parece, Aznar vuelve a la palestra, hay que ponerle un tapón nivel Romay -qué casualidad, el ponente del informe es Romay Becaría- para que su ronda de próximas apariciones públicas, posiblemente para volver a la política a la derecha del PP, quede en agua de borrajas.
Además de la oportunidad o no de la fecha de publicación del informe, se da la circunstancia de que Romay Becaría es amigo personal de Mariano Rajoy y defensor de su cuerda, mientras Aznar representa la principal amenaza -aun estando latente- contra el Partido Popular, al que le restaría una elevada cantidad de votos si se presentara a unas hipotéticas elecciones, posiblemente previstas para más pronto que tarde, diga lo que diga el siempre mentiroso presidente actual del gobierno.
¡Uff, qué bien me he quedado! Tenía que soltarlo por mi propia salud mental, aunque esta parezca ya bastante deteriorada después de lo que acabo de escribir. Pero es que toda esta movida, que no me impide reivindicar justicia política para las familias de las víctimas de aquel fatídico y corrompido avión, huele que apesta.
Se cargan unánimemente las tintas sobre Federico Trillo, que no debería seguir un minuto más en su puesto de embajador en el Reino Unido, aunque por elevación ya son muchos los que incluyen a Aznar en su responsabilidad política sobre el accidente. y se esconde todo lo posible que Rajoy era nada menos que vicepresidente de aquel gobierno que durante su mandato tuvo que negar una y mil veces que las cosas se habían hecho de la peor manera posible.
Que asco producen los recuerdos de aquella etapa política -que tantos se empeñan en que sea solo historia- tan corrupta y engañosa en su triunfo económico. Y qué malestar producen esos políticos, que ante la situación de emergencia en que se encuentran actualmente tantos ciudadanos, están malgastando su tiempo en luchas intestinas que muy poco nos importan.
Reblogueó esto en Meneandoneuronas – Brainstorm.
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