FILOSOFÍA IMPURA

Filosofía: entrenando el sentido común

Se dan diversas circunstancias coincidentes en pro de la filosofía: El decreto ley del gobierno que la reinstaura como asignatura obigatoria, la necesidad de que la población practique el pensamiento crítico frente a la unicidad mental de la derecha, y el Día Mundial de la Filosofía que hoy conmemoramos. Motivos más que suficientes para retomar mi largamente abandonada sección de «Filosofía Impura».

La enseñanza de la filosofía entre nuestros jóvenes alumnos aporta beneficios personales y sociales de incalculable valor: el estudio de la lógica y, en consecuencia, de la diferencia entre la ética y la moral, así como de la discrepancia razonada de lo que no resulta de recibo.

El sentido común se conforma entrenando el pensamiento lógico -abandonado hasta los límites de la esquizofrenia social que impera en la actualidad-, al igual que discerniendo entre la comúnmente aceptada ética y la relativa moral que cada grupo interesado prescribe como su verdad.

Una situación social y política que margina a nuestros jóvenes -al igual que a muchos maduros- en lo que respecta a la posibilidad de tomar sus propias decisiones razonadas y conscientes, en pro de situaciones de euforia o depresión social que carecen en absoluto del criterio más evidente.

No importa tanto la historia de la filosofía -aún teniendo en cuenta su gran vslor como prueba del desarrollo del pensamiento- como la demostración empírica de la capacidad de discernimiento de lo que está bien y lo que está mal.

En este aspecto, la filosofía tiene la misión de sembrar entre los jóvenes la posibilidad de entrenar el más común de los sentidos. Ese que permite sembrar la bases razonadas del pensamiento, así como asentar el pensamiento crítico necesario para actuar en la vida teniendo en cuenta los principios básicos de un Estado social y de Derecho que marca cualquier constitución moderna y aceptable.

De lo contrario, de la ausencia de la filosofía en nuestra formación vital, demanaría un despropósito general al que impera en la actualidad.

Sin este necesario entrenamiento educativo, y desde la noción más impura de la filosofía que me caracteriza, el sentido común dejaría de ser la interpretación del mundo que todos pueden captar con los sentidos, en la que intervienen distintas funciones psicológicas como la percepción, la memoria, el pensamiento, la deducción, la previsión, el razonamiento, los valores y el juicio (Gracias a los escritos de Malena, de los que he tomado las necesarias notas para este post).

Sólo con imaginar una sociedad carente de estos principios básicos del pensamiento, podemos echarnos a temblar ante una posible sociedad carente de sentido y adaptada incoherentemente al seguidismo más lamentable.

Se hace pues estrictamente necesaria la enseñanza de la filosofía como método primario de la práctica del sentido común, del desarrollo del pensamiento humano en los ámbitos más justos y razonables.

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