Cierto, llevo meses sin escribir. Lo que en principio fue una simple interrupción para atender a un familiar con un pié fracturado, pronto se convirtió en la temible -por cómoda- molicie de la nada. Esa que te lleva a un estado de abulia, asténica o no, y que te mete sin que te des cuenta en el pozo de la apatía más absoluta.
Así que una vez reconocido el asunto, lo primero que debo hacer es dar las gracias a todos esos amigos y amigas, reales o virtuales, que me han cantado las cuarenta, a veces con suavidad y otras con crudeza.
Y no será porque durante este tiempo de ausencia no hayan pasado cosas, que motivos para escribir, incluso con fiereza crítica, no han faltado. Reconozco que casi cada día me pasaba por la cabeza una temática adecuada para meter caña, denunciar o manifestarme indignado. Pero que si quieres arroz, Catalina. Ni una letra he sido capaz de añadir a tanto despropósito nacional e internacional. A la corrupción, a la inopia de nuestros partidos políticos, al crecimiento de la autarquía, al desmadre mundial generalizado, que entre otros efectos, sitúa a la estancada Europa en medio de la pinza que le están provocando norteamericanos y rusos, bajo la mirada cómplice de China.
Ni siquiera las primarias del PSOE, que escenifican en España el desprestigio generalizado de la socialdemocracia, me han motivado a escribir durante este tiempo.
Sólo la dejadez del Partido Popular, que se limita a recrearse en el pasado, mientras el futuro de toda la humanidad está en juego con cambios que están provocando más ceguera que proactividad, me ha servido de guindilla en el trasero para decidirme a moverlo y volver al teclado.
Porque además de manifestar mi propia catarsis, hoy quiero decir algo: el inmovilismo es malo y contagioso. Es capaz de borrar la ilusión de la mente de los ciudadanos y castrar, negando la vez, a los que quieren salir de esta inacción que nos está llevando a uno de los errores colectivos más significativos de la historia.
Es pues el momento de volver, no solo yo, a tomar el timón de nuestras vidas y de pergeñar un futuro que pinta de otro color, que presenta otras formas y, sobre todo, que propone inevitablemente otros conceptos que van a cambiar radicalmente las costumbres y modos de la humanidad.
Tenía, por fin, que reaccionar. Bien hallados, amigos.
Reblogueó esto en jnavidadc.
Me gustaMe gusta
Reblogueó esto en Meneandoneuronas – Brainstorm.
Me gustaMe gusta