A veces, cuando trasnocho, me gusta ver algún ‘late nihgt’ norteamericano, preferentemente los presentados por cómicos deslenguados que no temen meterse en la crítica más feroz a la política de su país. Algo así como nuestro Gran Wyoming, pero «made in USA».
Y entre todos esos programas nocturnos, afortunadamente con subtítulos en castellano, uno de mis preferidos es ‘Real Time’, dirigido y presentado por Bill Maher en la HBO.
Como es costumbre, el programa de anoche era en diferido. Aunque en este caso su relevancia consistía en haberse emitido originalmente antes de la elección de Donald Trump.
Y no se cortó Bill Maher en calificar al cateto presidente electo de fascista. Así, en seco y sin anestesia. Fascista, payaso, inculto y muchas otras lindezas más salieron de la boca del genial presentador, con argumentos que superaban por mucho al simple lanzamiento de epítetos gratuitos.
También se atrevió Bill a aventurar que Donald Trump ganaría las elecciones presidenciales, sustentando su previsión en un discurso terriblemente duro -aunque con humor todo entra más suave- que discernía sobre la decadente situación de las principales instituciones norteamericanas, que tanto alejan a sus próceres de las auténticas necesidades de la ciudadanía.
En definitiva, me resultó muy gratificante la libertad de expresión que, de momento, disfrutan en el país más poderoso del mundo, al igual que la valentía de las empresas editoras que la albergan.
Nada que ver, por ahora, con la autocensura que practican los medios, que por afinidad ideológica o por necesidades económicas -¡Quién ha visto y ahora ve al Grupo PRISA!- resultan incapaces de informar adecuadamente a la audiencia, así como cercenan gravemente la libre opinión del que va contracorriente.
No sin cierta sorna, despidió el programa Bill Maher, ante la posibilidad de que su futuro se quedara en entredicho. Disfrutémoslo mientras dure.