LO QUE HAY

¿Qué quieres que te diga?

Empieza la primavera tal como acabó el invierno. Con frío en el ambiente y en las mentes de nuestros políticos. Con granizo gubernamental sobre las cabezas de feministas y pensionistas, que aún manifestándose por doquier demostrando su razón y la cantidad de los que protestan, nada obtienen de quien tiene en su mano la solución ante tanta injusticia.

Y seguimos echando de menos la protesta masiva de los jóvenes, uno de los mayores colectivos entre los que, frente a tanta desigualdad, crece la desesperación porque temen no alcanzar jamás un porvenir suficiente para obtener los mínimos vitales: independencia, desarrollo y techo.

Mientras, el dinero que parece no haber en las arcas públicas, es destinado sin medida a satisfacer los problemas mercantiles de empresas privadas o a rearmar a un ejército sin guerra con la excusa del yihadismo.

Sandeces que bordean la prevaricación, a sabiendas de que los servicios sociales, las infraestructuras, la modernización general y otras necesidades de cada día debieran ser prioritarias.

Por eso llama poderosamente la atención que los partidos políticos, que dicen representarnos en las Cortes Generales, anden metidos en zarandajas de mínimo calado social y que sólo sirven para tomar posiciones ante las elecciones cada vez más próximas.

No se entiende de otra manera que el partido en el gobierno se permita macarrear con sus vetos y negativas varias sobre lo esencial, cuando en realidad se encuentra en su momento más débil de la presente legislatura. Y sin que nadie aproveche esta coyuntura para descabalgarlo de una vez y mandarlos a casa por una larga temporada, a ver si aprovechan la oscuridad para reflexionar sobre su insultante extremismo e injusticia como tácticas constantes de autoridad.

Debe ser que la inacción que define a nuestro gobierno es contagiosa, como una epidemia de abulia política que se ha expandido a izquierda y derecha, generando unos síntomas de estupidez para los que no existe remedio si queremos mantener el estado de derecho.

Aunque más nos valdría tomar consciencia de que el derecho que sostiene a nuestro Estado ya no es de recibo, porque ni es para el pueblo ni se desarrolla a favor del pueblo.

Así pues ¿qué quieres que te diga? ¿Que tomemos de una vez la calle hasta que caiga este gobierno, como ya pasó en Francia pronto hará 50 años? ¿Que forcemos a todos los partidos políticos a vivir en la realidad, negándoles el pan y la sal que no se merecen? ¿Que rompamos la baraja y empecemos un nuevo juego en el que podamos participar todos?

Algo habrá que hacer, porque así no vamos a ningún otro lado que a alargar nuestra agonía como país y nuestra miseria como ciudadanos.

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