FILOSOFÍA IMPURA

Irma y el negacionismo

Cada gran huracán que azota las costas atlánticas caribeñas y norteamericanas es mayor que el anterior. Así, el actual y destructivo ciclón Irma se observa como el mayor de la historia en el Atlántico desde que se tienen datos.

Con 700 hilómetros de diámetro, 50 sólo en su ojo y vientos sostenidos de 300 kilómetros por hora, Irma arrasa por allá donde pasa. Sólo en la isla de Barbuda, los destrozos se evalúan ya en el 92% de las construcciones de la isla. Y las instrucciones de evacuación del sureste de Florida, superan por mucho a otras medidas de prevención tomadas en ocasiones anteriores.

Aún así, con pruebas tan cruentas como Irma que confirman el cambio climático, los negacionistas siguen campando a sus anchas, hasta situarse al frente de los EE.UU. con el enloquecido Donald Trump a la cabeza.

El negacionismo, sea sobre el cambio climático, el universo, el holocausto judío u otros asuntos claramente demostrados por la ciencia, por la historia o por el sentido común, es una burda posición cultural, social, política e incluso económica ante todo aquello que no se comprende o que afecta a los intereses más espúrios, adoptada por individuos o colectivos a los que seguramente les falta un riego, ya que se niegan a comprender, aceptar o a ser guiados por los que realmente saben de las materias puestas en duda.

Y ese negacionismo que tanto daño produce a la humanidad, se dio ayer un garbeo por el Parlament de Cataluña, en forma de un empecinamiento grosero y falaz que se pasó por el arco del triunfo todo tipo de leyes, normas jurídicas, procedimientos o actos de pura lógica. Una manifestación de la que podríamos llamar política genital, porque se sustenta en malas prácticas que a algunos les salió de las mismísimas partes.

En filosofía, tan impura como de costumbre en mis onanistas debates sobre el pensamiento, se considera que la cosa negada es, por deducción, tan obviamente cierta que el negador debe actuar motivado por la perversidad, malicia o ceguera obstinada. (Mi agradecimiento al filósofo y profesor Edward Skydelsky, de cuyas opiniones he tomado mis necesarias notas)

Los negacionistas suelen ser peligrosos, tanto porque actúan contra natura, porque cuando ocupan el poder descargan su fanatismo sobre los ciudadanos, sin preocuparles en demasía los descalabros que les puedan producir. Unos autócratas tarados, vamos.

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